Propongo que sean las mujeres de Lerma las que tengan en sus manos los programas sociales, porque son ellas quien conocen y se encargarán de llevar estos beneficios a las personas que realmente lo necesitan. La desigualdad social es un tema que debemos abordar con humanismo pero también con mucha certeza para impulsar a los más desfavorecidos, pero no solo con ayudas que resultan ser soluciones temporales, sino con capacitación y oportunidades de empleo que les permitan cambiar sus condiciones y calidad de vida.
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